No leo y me agüito gachote

Cuando no leo me agüito gachote.

27.7.09

¡Me quiero graduar otra vez!


“Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.”
Gilbert Keith Chesterton

Por cuestiones de mi trabajo he estado presente en algunas ceremonias de graduación en escuelas primarias. Veo a l@s casi adolescentes con sus zapatos boleados, su uniforme bien planchadito, las niñas con peinados que se mantienen sostenidos por el litro de espray que les pusieron, el cabello de los niños al mero estilo Benito Juárez, y con mil kilos de gel. Tod@s felices y nostálgicos, paradójicamente por la misma razón; ya salieron de sexto.

La verdad, al principio iba con cierta flojera, me presentaba a las ceremonias incluso nefasta, “¿adónde fuiste hoy?” Me preguntaba mi mamá al verme llegar a casa después del trabajo, “osh, a una graduacioncilla de primaria”, “qué flojera”, remataba mi progenitora. Se me hacía de lo más aburrido. Para mí no era relevante ir a una graduación de 30 niñ@s que habían salido de la primaria. Relevante la graduación de una carrera universitaria, como la mía, eso sí que fue importante.

Un día, no sé por qué (creo que más bien no tenía otra cosa más interesante que hacer), me puse a observar a los pequeños graduandos y, de repente, me vi en mi graduación de sexto año de primaria. El magno evento del año, ¡Por supuesto! ¡Si yo era la graduada! Toda la familia estuvo invitada; lloré cual magdalena durante toda la ceremonia porque ya me iba de ahí, ya no vería a mis compañeros de clase, ya había cerrado un ciclo en mi vida –incipiente, pero vida al fin- para iniciar uno nuevo; la secundaria era un mundo, y mi siguiente reto.

“Vaya, sí que me emocioné. Sí que fue algo muy importante”, dije para mí al remontarme a ese día. Tenía muchas ilusiones. Rápidamente fui recordando todas mis graduaciones; la secundaria, luego la preparatoria y, al final, la carrera. ¡Órale! El tiempo se pasa volando.

Y ahora que veo nuevamente a estos infantes, disfrutando al máximo su día de graduación, con tremendo gusto y miles de expectativas por lo que viene… ya cambié mi actitud; ahora vivo con ellos ese día tan especial y hasta soy capaz de sonreírles, como diciéndoles “te entiendo, entiendo tu emoción, entiendo tu sentir, y soy feliz por ti”. Y, en cierta forma, me da algo de tristeza darme cuenta cómo al paso de los años, nuestras ilusiones a veces se van desvaneciendo y no queda más que un simple evento de graduación donde lo menos importante es si tenemos alguna otra meta por cumplir.

Este ir y venir en este mundo rápido, nos aleja muchas veces de nuestra esencia, de lo que queremos llegar a ser, para envolvernos en sus garras del estrés, el trabajo, la frustración, y el concepto erróneo de que felicidad es tener mucho dinero. Creo que aun es tiempo de atrevernos a ser libres, y no tener miedo a emocionarnos por cosas “absurdas” para muchos.

“Una ilusión eterna, o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una realidad.”
André Mauroi