No leo y me agüito gachote

Cuando no leo me agüito gachote.

18.8.10

‘Ojos que no ven, corazón desierto’ de Iris García Cuevas


El viernes pasado tuve la oportunidad de presentar un libro de cuentos de una escritora del sur del país, Iris García. Aquí mis comentarios.



Comentarios de Karla Alvízar

Nada está de más. Cada cuento es una historia excelsamente narrada. ‘Ojos que no ven, corazón desierto’ es el nombre del libro en el que Iris García Cuevas incluyó diez historias capaces de provocar un caleidoscopio de emociones.

Que una historia inquiete al lector no es cosa que se logre fácilmente, para ello se necesita un talento acompañado de un conocimiento claro de qué es lo que se pretende; Iris demuestra que sabe manejar las herramientas de la escritura y hacer uso de sus habilidades para llevarnos a donde nos quiere conducir. Sabe cómo llamar nuestra atención, cómo engancharnos, cómo enamorarnos y en ocasiones hacernos sentir miserables.

Además, la creadora de historias es misteriosa, impredecible, convierte en atractivas sus narraciones al presentarlas en forma de laberintos por los que tenemos que caminar para poder llegar al ansiado final, vamos adivinando, a tientas, con una maldita incertidumbre que también nos resulta excitante.

Las imágenes mentales que Iris ofrece nos quedan clarísimas, al punto de hacernos sentir que nos encontramos en el escenario donde se desarrollan las tramas; la excelsitud con que la mujer narra es lo que provoca esta sensación de realidad. Iris se descubre como una escritora sobria, sencilla, elocuente.

Al abrir el libro y sumergirnos en cada una de sus historias, encontraremos en ellas nuestro reflejo, nos veremos retratados como individuos y como sociedad desgastada; Iris sabe muy bien que todos somos criminales en potencia, y eso es lo que retrata; nuestro lado oscuro, ése del que todos hacemos uso de vez en cuando, en mayor o menor medida; interrelaciona el lado psicológico-social de nuestra personalidad con las instituciones que forman nuestro comportamiento, y con el sistema económico que rige nuestra sociedad. Resulta interesante ver cómo una se forma gracias a la otra.

No respeta la línea que separa lo público de lo privado y admite que todo es consecuencia de, los malos hacen maldades, pero no dejan de ser humanos, y nos obliga, si no a justificar sus acciones, sí a entenderlos porque los pone en el mismo nivel que nosotros, el del triste individuo que forma parte de una sociedad reprimida en la que las cosas se tienen que hacer de cierta manera porque ‘así ha sido siempre’.

‘Ojos que no ven’, la parte criminal. Los 5 cuentos que Iris nos comparte se dedican a aquellos indeseables, asesinos, corruptos, violentos, que luego se convierten en referentes para describir este país, y nos presenta en cada historia el lado ‘malo’ del ser humano, ¡pero no nos parece irreal lo que nos relata! De hecho, al ir leyendo las tramas, es casi seguro que estaremos asintiendo con la cabeza en señal de reconocimiento de nuestra realidad. Sorprende la manera en que los villanos de sus historias jamás dejan de ser verosímiles; con todo y las acciones grotescas que llevan a cabo, en ocasiones, no podremos evitar sentir cierta compasión por alguno de los malditos.

‘Corazón que no siente’, la parte romántica del libro (que nada tiene que ver con el amor). Otros 5 cuentos que siguen haciendo un retrato de lo que somos. Aquí se encuentran víctimas cuya voz está apagada y que provocan en nosotros un deseo frustrado por ayudarles a cambiar su destino. La soledad impera en estas historias, nos sentimos tan identificados con las reflexiones que estos personajes hacen, que a veces podremos sentir que nos hablan a nosotros.

En la forma, los cuentos son algo que podremos disfrutar cada vez que abramos este libro, historias desgarradoras que siempre nos harán sentir. En el fondo, Iris lanza una fuerte crítica al sistema político mexicano, señala, reclama, pero también voltea a quienes nos encanta fungir como víctimas, pues la indiferencia de una sociedad que de manera casi cotidiana es testigo de tremendas injusticias le significa algo repugnante. Por eso es que al momento de terminar de leer el último cuento, me vino a la mente de inmediato aquella sentencia que Carlos Fuentes incrusta en su novela ‘Las buenas conciencias’ y con la que me atrevería a resumir lo que Iris García pretende con sus historias, demostrar que ‘no hay culpables ni inocentes: en nuestra sociedad todos somos a la vez víctimas y cómplices’. No somos ajenos a lo que ocurre en este miserable país.