No leo y me agüito gachote

Cuando no leo me agüito gachote.

8.2.10

¡Invasión de patos!



Dedico esta colaboración al profesor
Alfredo Viesca, con mucho respeto y cariño.

La televisión es el espejo donde se refleja
la derrota de todo nuestro sistema cultural...

Federico Fellini

Vagaba un día por el centro de la ciudad intentando buscar algunos paisajes dignos de ser fotografiados. Las señoras con el mandado, los taxistas, los camiones de ruta, las vendedoras de jugos y licuados, los vagabundos, los policías; todo se confabuló para confirmarme que ése era simplemente un día más acompañado de la rutina.

Seguí caminando por la avenida Juárez y me detuve en una farmacia para comprar algo de tomar, enseguida llamó mi atención la niña que trabajaba ahí como empacadora; me recordó a alguien de la tele, pero como no veo mucha televisión me fue un poco difícil recordarlo… Usaba unas botas que llegaban hasta donde nace la rodilla; su cabello adornado con una flor de estambre y dos largas trenzas descansaban sobre sus hombros; copete cubriendo su frente; unos lentes aparentemente de aumento; y un chaleco color amarillo. No me quitó el sueño aquella situación y continué mi camino.

Llegué a la Plaza de Armas y decidí sentarme un momento a contemplar el panorama. ¡Vaya sorpresa la mía! Mientras estuve sentada ahí, desfilaron delante de mí al menos unas cinco criaturas con casi las mismas características –a veces variaba el color del chaleco o las botas- que aquella pequeña empacadora de la farmacia. Ver la misma imagen tan repetidas veces me obligó a recordar por fin quién era esa niña de la tele a la que se parecían tanto: una mentada Patito.

Me fui de ese lugar como huyendo de una caricatura donde todos los personajes son iguales y actúan casi de la misma manera. Huí esperando no volver a encontrarme una vez más con otro clon de Patito. Al final, la invasión de patos no me impidió reflexionar un poco sobre esta curiosa experiencia.

Me remonté a mi época de estudiante universitaria (como si ya hubiera pasado mucho tiempo de eso, já) y vino a mi mente una teoría de la comunicación de masas que toda y todo comunicólogo debe conocer; la teoría de la aguja hipodérmica. A grandes rasgos, ésta sostiene que los mensajes emitidos por los medios de comunicación son recibidos por la audiencia de manera directa, sin incluir un proceso de “digestión” del mensaje, es decir que, como una aguja hipodérmica, los mensajes nos son “inyectados” y automáticamente reaccionamos ante su efecto, sin cuestionarlos.

Las chicas patito me parecen las víctimas perfectas de esta oleada de “inyecciones” propinadas por la novela de moda entre las niñas preadolescentes, misma que ha explotado su éxito al máximo extendiendo sus capítulos y hasta llevando de gira musical a su elenco para estar más cerca de sus fans.

Sé que la de la aguja hipodérmica es, en el mundo de los estudiosos de las ciencias de la comunicación, una teoría hasta cierto punto obsoleta. Me permití exagerar el efecto que tiene en un grupo de la población solo para hacerlo más entendible. Sin embargo, este fenómeno –el de las patitos abundantes- me parece alarmante y digno de atenderse, pues, más allá de verlo como una “simple moda” que “ya pasará”, está fungiendo en muchos casos como implementador de ideas que explican una realidad muy irreal, paradójicamente.

Padres y madres de familia, ahora sí que como dicen los letreros de advertencia en las tiendas de cerámica y cosas de esas: sus hij@s no saben lo que hacen, ustedes sí; ¡cuídenl@s!.

La dependencia de las personas a la televisión
es el hecho más destructivo de la civilización actual.

Roberto Spaemann

2 comentarios:

TeMoC dijo...

Qué Onda!!! Ya extrañaba visitar tu Blog. Tienes razón esa patito anda en todos lados,esa teoría está interesante nunca había escuchado hablar de ella. Una de las cosas que me da más coraje sobre esto es que la mayoría son niñas (obviamente ya se porque es novela para niños) pero por qué los padres dejan ver esas novelas tan imbéciles a sus hijos. En vez de que los pongan a que hagan algo productivo.

Saludos.

Miguel Espino dijo...

Lo peor es que muchas veces los padres no tienen criterio ni saben lo que hacen por lo que mucho menos saben qué hacen sus hijos, además la TV es la niñera mientras los padres trabajan (dándoles el beneficio de la duda por que sé de madres que dejan sus hijos en guarderías "mientras trabajan" con sus amigas en el café y algunas hasta poniendo los cuernos al marido) y con el bombardeo comunicativo de las grandes televisoras, lo más fácil es vivir los dramas de las telenovelas, ya que es la forma de adquirir atención y como dice Denise Dresser: México vive obsesionado con el fracaso, con la victimización, con todo lo que pudo ser pero no fue... Triste pero cierto, al pueblo pan y circo!