No leo y me agüito gachote
Cuando no leo me agüito gachote.
10.5.10
¿Qué celebramos el diez de mayo?
Lo que ha sido creído por todos siempre y en todas partes, tiene todas las posibilidades de ser falso.
Leo y leo los mensajes que bombardean el internet con felicitaciones para las madres por el diez de mayo y me doy cuenta del doble significado de los mismos. “La mujer está llamada a mantener viva la llama de la vida, el respeto al misterio de toda nueva vida. A la mujer, Dios le confía de un modo especial el hombre, es decir, el ser humano. En virtud de su vocación al amor, la mujer no puede encontrarse a sí misma si no es dando amor a los demás". Los mensajes de la iglesia suelen estar disfrazados de palabras bellas, y esconden muy bien su intención verdadera.
Afirmaciones como esta me obligan a pensar en la época colonial por la que atravesó nuestro país; cuando la institución religiosa española impuso sus creencias y forma de vida, dejándole claro a la mujer –de clase alta, que influyó sobremanera en la formación religiosa de las familias- que su papel fundamental en la sociedad era engendrar hijos y cuidar de ellos para transformarlos en personas de bien. En este sentido, la familia era completa responsabilidad de las mujeres, que crecían en un ambiente que les ordenaba la maternidad a como diera lugar –si no se casaban, era casi una ley escrita que se entregaran a la vida religiosa-, de otro modo, su papel en la sociedad era aun más invisible de lo que de por sí ya era.
México es un país de tradiciones, muchas de ellas, con tintes patriarcales, es decir, machistas. A pesar de que la celebración del diez de mayo tiene relativamente poco tiempo incrustada en los días importantes de este país, es una de las conmemoraciones que más remuneraciones dejan a los comerciantes –especialmente de flores, sin olvidar a los que venden artículos electrodomésticos-, pues, en una sociedad donde la imagen de la mujer se ve divinizada por ese “don especial” de la maternidad, es predecible que el día de su festejo se le quiera llenar de regalos.
Debe resultar fácil observar y entender los verdaderos fines de una celebración tan hipócrita como la del diez de mayo –y de hecho todas-. La mujer madre es el pilar de la familia, la mujer debe ser madre, para eso fue creada, la mujer madre es casi una santa, la mujer madre es abnegada, la mujer madre es buena persona, la mujer madre es religiosa, la mujer madre mantiene limpia la casa, hace de comer, lava la ropa, barre la calle, atiende a su marido, atiende a sus hijos, y además trabaja. La mujer madre no tiene tiempo para ella; está prohibido que tenga tiempo para ella. Así son la gran mayoría de las madres mexicanas, ¡qué bonito!
Estamos tan casados con las ideas retrógradas de lo que significa una familia, que seguimos reproduciendo lo que hace cientos de años; entramos en la convención de que la mujer madre es la responsable de llevar el rumbo de las familias que, por un lado, le quitamos autonomía e independencia, pues al convertirse en madre, cree necesario dejar su vida de lado para ocuparse de la vida de sus hijos, y considera egoísta ocuparse de ella, se siente culpable si lo hace –además, la sociedad la señala-; y por otro lado alejamos a la figura paterna de sus responsabilidades en casa, al considerar que su única función es tener un trabajo cuya remuneración alcance para las necesidades económicas del hogar.
Hoy, diez de mayo, abracé a mi madre y le dije que la quiero mucho –como todos los días-, después del abrazo, ella se fue a trabajar y no llegará hasta tarde a casa porque después del trabajo se verá con sus amigas. No le regalé nada; qué pésima hija soy.
Entre más grande es la pena, más extravagante es el festejo.
Karla Alvízar.
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